Deux Umbrae {Normal}

Tres meses, tres meses eran los que aquella dama había pasado alejada de su familia. Tres meses, tres meses que, ante sus ojos, no habían sido más que un simple suspiro que, tarde o temprano, caería en el más triste de los olvidos. Tres meses, tres meses eran los que habían pasado para los familiares de la mujer que había sido buscada, pero jamás encontrada, por cada uno de los habitantes de aquel pueblo dejado de la mano de Dios… Fue el 23 de Agosto cuando todo empezó, fue el 23 de Agosto cuando el reino de las sombras instauró su trono en la adusta mirada de aquellos que no se atrevían a llorar su pérdida. 23 de Agosto, una fecha que se quedó grabada a fuego y tinta en el calendario de cada uno de los habitantes de Growshade debido a que fue en aquel día cuando las desapariciones comenzaron en su tranquila y pacífica aldea. Ella fue la primera de entre todos aquellos secuestrados durante la friolera de tres meses solo para, al volver, erigir la férrea creencia de que no había estado fuera, de que había ido a la playa el día anterior y que se había quedado dormida en la orilla. Lo más extraño, más incluso que aquellas palabras, fue que no recordaba nada de aquellos tres últimos meses ni, además, los dos últimos años de su vida… su esposo era solamente su novio, su hijo no existía, la boda que con tanta felicidad había protagonizado no era más que un cúmulo de cenizas conducidas por el viento hasta las puertas del olvido.

Fueron muchas las preguntas que se formularon desde aquella desaparición. Nadie atinó, jamás, a comprender la realidad que se ocultaba tras aquellas acciones. Aquellos que desaparecían eran siempre sujetos elegidos al azar por la cruenta mano de aquellos que, desde las sombras, se hacían llamar Deux Umbrae… ¿Pero cuáles eran sus motivos? Si alguien hubiese atinado a imaginar que existía una secta religiosa que operaba desde el más absoluto secretismo tal vez, y solo tal vez, podría haberse imaginado aquella pregunta pero, por desgracia, no fue así. No había hombre, mujer, niño o anciano que conociese la existencia de estos sin formar parte de ellos. Normal, bajo tal contexto, resultó que nadie comprendiese las razones por las cuales en el año 2000 comenzasen aquellas extrañas desapariciones. Daba igual la raza, el sexo o la edad: Todos eran un blanco posible, todos podían convertirse en víctimas en un futuro no muy lejano. El miedo, el desconcierto y la rabia se formularon, cuan hechizo, en el corazón de todos aquellos afectados por dichos sucesos y es que, de una forma u otra, sus vidas cambiaban para siempre. Si, sus seres queridos regresaban a sus brazos pero siempre lo hacían bajo una serie de… circunstancias un tanto extrañas. La primera de ellas era que todos, absolutamente todos, acababan apareciendo de un día para otro en mitad de la playa bajo una serie de dogmas que se cumplían en cada ocasión: se presentaban desnudos, sin recuerdos del tiempo en que se ausentaban de sus vidas diarias y con un marcado trastorno de amnesia que, en algunos casos, alcanzaba a golpear hasta varios años de su memoria.

Hubo quienes intentaron descubrir las razones de las desapariciones. La realidad fue que, lejos de lo que se pudiese pensar, todo aquello tenía una motivación puramente religiosa. Deux Umbrae siempre consideró que su destino era hacer del hombre un algo mejor, que serían ellos los responsables de hacer al ser humano un ente más semejante a Dios. Lo intentaron una y otra vez pero jamás lo lograron, sus experimentos siempre resultaron ser fallidos debido a lo complicado de los mismos. Inocular células mejoradas genéticamente en sujetos de prueba siempre resultó ser un absoluto fracaso y es que, los sujetos, no alcanzaron a tolerar nunca aquellos implantes. Las células que eran integradas al organismo de los “pacientes” siempre acaban muertas y sin poder realizar el proceso de división celular. Su otra intención, que resultó todavía peor, fue la de alterar sus recuerdos y su personalidad queriendo así eliminar todo deseo impuro de sus cuerpos. El problema fue que jamás lo lograron, lo único que consiguieron fue que aquellos sometidos al experimentos que padecieran de amnesia. Trece años, trece largos años fueron los que se prolongaron aquellos intentos de crear a un mejor ser humano. Recientemente se decidió cancelar el proyecto dejando tras de sí una estela de miedo y desconcierto. Actualmente se desconoce que los secuestros hayan acabado.

Habría sido de lo más lógico el suponer que con aquello todo habría terminado, pero eso no fue más que la punta del Iceberg. Muchos no pudieron evitar montar en cólera ante la incapacidad de las autoridades para responder ante las desapariciones, ni la actitud de un gobierno que jamás había sido puesto en duda hasta que todo comenzó. Las calles se volvieron peligrosas, la noche se convirtió en el refugio de aquellos que no estaban contentos con la situación, las cosas habían empezado a empeorar y no había nada que se pudiese hacer por evitarlo. La situación se torció sin remedio alguno: destrozos de material público, palizas a desventurados transeúntes nocturnos, pintadas, acoso a quienes eran partidarios de aquello a lo que se enfrentaban… La situación actual no parece tener pinta de que vaya a mejorar. Los que perdieron la memoria siguen padeciendo de amnesia, la violencia es cada vez más virulenta, el odio se extiende como una mala plaga y el miedo a salir a la calle se ha hecho tan profundo que, hasta los corazones de los más valientes, laten al ritmo de una oscura sinfonía de terror. Ahora, ocultos tras el funesto mando del desconcierto, las sombras han comenzado a moverse. La función, finalmente, ha comenzado…