Rompiendo el sello

Por un sueño extraño había ido a parar a Europa, mas concreto en el valle de un volcán. Hacía tiempo que no tenía esa especie de sueños, un llamado de alguien, una voz que hacía tiempo que no escuchaba. Comencé a subir tranquilamente por el volcán dormido, por al final aparecí en la cima, abrí mis alas y las mire de reojo, aun seguían de negro y purpura, pero también tenía de color gris. Suspire y me deje caer hasta quedar a la mitad del cuello, lleve una mano a mi barbilla y acaricié la perilla que me había dejado mirando aquel punto fijo e irregular.

Muéstrate, susurre pasando la mano haciendo gala de mis poderes, allí pude ver lo que vi en el sueño un sello de demonio. Sonreí de lado mientras se podía ver mi colmillo. Me vas a valer muchas plumas hermanito, suspire cerrando los ojos, agité mis alas y diez se quedaron flotando delante de mi.

Moví la mano derecha y estas quedaron clavadas haciendo un círculo alrededor del cuerpo del chico. Puse las manos en el centro del círculo quedando con los brazos extendidos y comencé a recitar en Enoquiano un antiguo rompe-sellos, por algo había sido un Grigori en el pasado... Bueno el líder.

Pronto el volcán comenzó a temblar mientras el fuego salia en círculos de mis codos, iba a parar a las plumas y el fuego las bordeaba también haciendo el círculo. Cerré los ojos apretando mis manos un poco mas, poco a poco notaba como el sello se iba rompiendo. Note como la lava del volcán entraba por mi espalda como si me diera su propia energía, la señal de padre y la cicatriz de Uriel me quemaba pero no iba a ceder.

....

Un último empujón de mis manos, las últimas palabras del conjuro y el fuego hicieron que por fin el sello quedara roto, aparte las manos y me deje caer en el suelo jadeando y con los ojos cerrados. Cuanto habría pasado?. Mire hacia el cielo, estaba oscuro, me había pasado casi todo el día para liberar a mi querido hermanito.

Oh, vamos, voy a tener que besarte como la bella durmiente? - pregunté mirando su cuerpo aun encallado en la pared, me levante como pude y lo cogí por la cintura para sacarlo del hueco y dejarlo apoyado en la pared, estaba algo cansado por el esfuerzo.

Fue apenas un leve estremecimiento que mi cuerpo experimentó al ser por fin, después de varios siglos sellado dentro de las entrañas de aquel volcán, liberado. Pese a que mi mente estaba despierta, no lo estaba así mi cuerpo, me era imposible el mover alguna de mis extremidades, ni mis labios, mucho menos mis parpados, había perdido mis capacidades motrices, sin olvidar que estaba débil.

Mi apariencia daría a pensar que era un hombre de entre 25 a 30 años, atlético, fibroso, portaba desde aquel día, un pantalón de mezclilla deslavado, y roto en algunas partes, y una simple y sencilla playera de algodón negra, ambos, llenos de tierra, moho y carcomidos, descalzo. Mi piel se notaba reseca y al borde del colapso, pese a que inconscientemente me alimentaba de las energías provenientes del núcleo terrestre, solo lo necesario, para que mi cuerpo no se pudriera y se convirtiera en abono.

Poco a poco, la sangre fue retomando el flujo normal, dándole vida a mi cuerpo, mi cerebro comenzó a mandar las debidas señales para comenzaba a despertar, lenta y suavemente, mi corazón latía al pulso normal, mis huesos ya no estaban tan rígidos, y mis dedos, de manos y pies, comenzaban a tener ese color lleno de vida, aunque claro, mi piel era bronceada, de igual manera, ya no parecían amoratados.

Un suave y lento suspiro brotó de mis labios entreabiertos, claramente se podía ya escuchar mi respiración acompasada. Al cabo de algunos minutos, pude abrir mis ojos, tenía la visión nublada, pero no me costó mucho aclararme. Lo primero que pude divisar, fue el techo de aquella cueva, no la reconocí al instante, no sabía porque estaba allí, mucho menos como había llegado a ella, mas supuse que quizás estaba explorándola, solía hacerlo, cuando estaba desocupado.

- Hnn…- La cabeza me iba a estallar, del fuerte dolor que la eclipsaba. Con torpeza, moví uno de mis brazos hasta que di con esa zona. Cefalea aguda, punzante y desgraciada que me aquejaba. Podría, de haber sido un loco, o un masoquista, haberla arrancado de tajo y ponerle fin, mas no era ese el caso, ni mi deseo.

Minutos más tarde, mis fosas nasales detectaron un aroma que me resulto vagamente familiar…con dificultad, moví mi cuello en torno a mí, encontrando a un hombre cerca de mí, a juzgar por su apariencia… no daba confianza…

¡PELIGRO! Dijo algo o alguien en mi mente. Por instinto intenté alejarme, con movimientos torpes, parecidos a los de un bebé en sus inicios de aprender a coordinar las órdenes de su cerebro con el resto del cuerpo.

Mis ojos le observaron receloso, mientras pegaba la espalda a la pared cuando ya no hubo más a donde ir.

Mientras dejaba que se recuperara iba recobrando la energía que había perdido en liberar a mi hermano, recordando que él se dedicaba a cuidar del árbol de la vida junto con Jofiel. Seguía con mis alas abiertas, las que utilice se habían calcinado por el fuego ya no servian.

Suspire y me lo quede mirando viendo que poco a poco iba despertándo, sonreí de lado, me preguntaba que haría con él, puede que se regresara al cielito. Ladee la cabeza cuando me vió me parecía que quería alejarse de mi.

- Hey tranquilo, no voy a comerte... - solté una carcajada divertida y seguí mirandole con curiosidad. Supuse que tendria que decirle cosillas que pasaron en el mundo. - Creo que no me recuerdas... Soy Semyazza, a pasado mucho tiempo, ni siquiera soy tan malo como antes. - suspire levemente cerrando los ojos, supuse que no me creería como todos, bueno menos Rafael. Cerré los ojos y mis alas se guardaron.

Pude escucharlo, más no así responderle. De mi garganta no manaba ninguna palabra solo simples sonidos sin ton ni son. Me desesperé, no me agradaba para nada sentirme en desventaja con nadie, mas sin embargo, tenía otros recursos para darme a entender, como el lenguaje corporal, o ya el sordo mudo.

“Primero que nada… gracias por liberarme, como podrás ver, no tengo mis capacidades motrices lo suficientemente coordinadas por ahora… estoy débil… necesito recuperarme…” Mis manos se moviendo perfectamente, esperaba que pudiera entenderme o en verdad estaría en problemas, o bien, si tenía una lápiz y papel, bien podría hacer el intento por escribir, eso si mis manos no temblaban.

“Recuerdo algunas cosas… pero no todo, siento que mi memoria ha sufrido un ataque…creo recordar algo de ti… aunque no sé si seas o no malvado…” Agregue llevando una mano a la cabeza para sostenerla, aun me sentía abrumado, sin olvidar que dentro de donde estábamos, hacia demasiada calor, sudaba a mares, empapando así mis viejas y sucias prendas.

“¿Me ayudas a salir de aquí? Necesito agua, aire… respirar algo que no sea el azufre de este lugar…” Y no me refería al aroma que el desprendía, sino a los gases nocivos y corrosivos que manaban del interior del volcán pese a que estaba inactivo.

Seguí mirándole hasta que intentó hablar conmigo moviendo las manos o simplemente me puse a leer su mente, sonreí levemente.

Supongo que tener familia a la que cuidar no me hace tan malvado - respondí con tranquilidad. Me levanté con cuidado de no hacer movimientos bruscos que le hicieran entender que iba a atacarle, pues la verdad no tenía motivos. Vamos pues salgamos de aquí - lo cogí en volandas y en un instante desaparecimos para luego aparecer al lado de un río apartado del volcán.

Lo deje de nuevo en el suelo apoyado en un árbol cercano al río, lo volví a mirar con la cabeza ladeada e hice aparecer ropa blanca con tonos azul cielo y unos zapatos.

Quieres que te ayude a limpiarte? - murmure quedando agachado delante de él mirándole aun con curiosidad. La verdad es que no tengo ni idea de porque te libere del sello... Que por cierto, quien te encerró?

No sabe Jonte lo feliz que me sentí de poder ver, una vez más el hermoso cielo azul, cristalino, despejado, con alguna que otra mota de nubes por ahí. El sonido de los pájaros, el viento soplando sobre mí, meciendo por completo mis cabellos de un lado a otro, la tierra misma pareció reaccionar ante mi presencia, lo sentí, el lazo que nos une, se volvió a unificar, solido e inquebrantable como lo fue algunos siglos antes de que fuera sellado.

“Puedo hacerlo solo, gracias” Respondí esbozando una honesta sonrisa, apuñando un poco de tierra entre mis manos, para olerla, por supuesto no olía a pura, la sangre de millones de inocentes se derramaba por mi suelo, volviéndolo impuso, pecador. Suspire suavemente al depositar la tierra en su lugar, posteriormente, me moví con cierta torpeza, hasta que logre ponerme en pie, por supuesto, sosteniéndome de la rugosa corteza del árbol del cual antes estuve recargado.

“Sólo sucede lo inevitable” Dije ante su duda, del porque me había liberado, quizás algo en su interior se conmovió, o quizás es que deseaba obtener algo a cambio por mi liberación. Algo que no pasaba por alto. Actualmente, nadie regalaba favores, eso lo supe desde el primer día que mis plantas desnudas de los pies, tocaron la tierra.

“…Agramon…” La voz en su cabeza, seguramente habría sonado con inmensa rabia y desprecio por ese Demonio, ahora que estaba liberado, iría a por su cabeza, se bien que la venganza no es la solución, y que incluso me podría hacer perder algo mío, mas estaba dispuesto a correr el riesgo, Agramon, necesitaba un escarmiento por haber dejado que mi ira se acumulara por tantos siglos, ahora era imparable en su contra y ante quien se interpusiera en mi deseo.

Me senté para dejarle a su antojo, encogí mis piernas y con el brazo derecho las abracé mientras me ponía a dibujar a Daichi. Por mas que pensara no sabía que pedirle a cambio de su liberación, suspire cerrando los ojos escuchando sus palabras, no entendía por que de aquel sueño.

Deje caer mis piernas cuando dijo que le había encerrado Agramon, haciendo que parpadeara mirándole, hasta que termine por reír a carcajadas.

Vaya con el maldito demonio - dije aun entre risas y luego sacudí mi cabeza notando la ira hacia él. - Sería bueno que le dieras un escarmiento por haberte encerrado, pero creo que a mi hija no le haga mucha gracia que uno de sus tíos se pelee con él, y menos ahora que han tenido ya al niño - murmure lo justo para que me escuchara terminando el dibujo del busto de Daichi, me puse de pie y saque el móvil y le dice una foto a la tierra.

Pero no voy a pedirte que no te pelees con él a cambio de tu liberación, no me parece lo justo para los dos. Creo que ya se que pedirte aunque no creo que sea gran cosa por haberte sacado - me acerque hasta la orilla del río y metí la mano en el agua. - Daichi no quiere que nadie le ayude a parir a nuestros hijos, pero hace tanto tiempo que no tengo hijos que no se como ayudar a que nazcan... Que tal si en unos meses cuando vaya a dar a luz te pasas por la playa? No se... - encogí mis hombros sin saber que mas pedir, luego estaba lo de Lucero y nuestro pacto en no quitarme a Lauren, pero había descubierto que el alma de Lauren solo la podía manejar Lucas, la muerte.
Qué me dices?