Ordenando las piezas del rompecabezas /Priv/

Increíble y extraño a la vez... Asmodeus se iba a encontrar nuevamente con un Príncipe Infernal... Otro de aquella hueste de Caídos, "nobleza" infernal... Abaddon. Negocios... ¿Qué clase de negocios requeriría que un Príncipe Infernal convocase a un General? A menos que fueran negocios que involucraran una intervención militar dudaba que pudiese servir de mucho en los negocios de Abaddon, porque si demostraban ser como los de su hermano Mefistófeles, o sea con humanos involucrados como si fuesen meros esclavos, no podría ayudarle mucho dado sus propias ideas sobre los mortales y sus planes para ellos...
Pero aún así, se dirigía a paso seguro hacia la residencia del Caído, atravesando el espeso bosque de Dunkelheit en las cercanías de la arruinada Vollkommen. Iba vestido elegantemente de negro, con su clásico y fino Armani y con la chaqueta del traje sobre los hombros, como si fuese una especie de capa, caminaba a paso elegante por el puente, un largo y ornamentado bastón de plata en su mano derecha con un rubí engarzado en la empuñadura coronaba aquel aspecto de elegancia y perfección que Asmodeus siempre se cuidaba por mantener, al igual que sus distinguidos modales.
Unos demonios de bajo rango, servidores del Caído parecían estarlo esperando en las afueras de la muralla de la residencia y al verlo llegar lo recibieron y lo hicieron entrar, conduciéndolo rápidamente hacia donde estaba su señor. Un jardín... Un vasto y cómodo jardín, bastante bien cuidado a decir verdad... Resultaba gracioso en cierto punto... ¿Quien pensaría que dos Infernales irían a reunirse en un lugar así?
- Vaya Abaddon... No pensaba que iríamos a reunirnos en un lugar tan... "encantador" ¿Cómo estás?
Se acercó un poco más para quedar frente a frente al Caído y le preguntó arqueando una ceja:
- ¿Porqué motivo me has convocado?

- No me quejo...- dijo ante la pregunta del Caído de como se encontraba, tomó asiento como se le indicó y observó a Abaddon mientras le exponía aquello para lo que lo había citado. Así que todo trataba sobre Lucifer... Aún recordaba el encuentro que había tenido con el en el cementerio de Los Angeles. Cuando el Caído profundizó en el tema, el Demonio arqueó una ceja extrañado... Si, el Rey del Infierno le había dicho que estaba en pareja... En pareja aparentemente con otro Caído y si mal no se equivocaba, seguramente de ese "emplumado" hablaba Abaddon.
¿Había dejado ver mal al Rey? No le sorprendía. Seguramente aquel Caído tendría poco que ver con la nobleza y la crueldad propia de los Príncipes Infernales, aunque no podría juzgar demasiado hasta que el Príncipe frente a él le diese más detalles... Cuando dijo lo de desplazarlo y hacerlo caer en el olvido, lo primer que se le vino al General a la mente fue su aniquilación, pero su intuición le decía que no era exactamente a eso a lo que se refería su interlocutor, sino a un desplazamiento y una caída en el olvido desde otro plano, no desde la destrucción total...
- Desplazarlo y arrojarlo al olvido... No me estarás diciendo que pretendes verme como Rey Consorte del Infierno ¿no es así?- dicho esto soltó una carcajada... Pero algo le decía que lo que había dicho se correspondía bastante con las insinuaciones de Abaddon. Por otro lado... ¿porqué le importaba tanto al Príncipe la imagen de Lucifer?
"Es lógico..." se respondió a sí mismo "Si toda esta guerra entre Infernales se desata por una nimiedad como la falta de respeto provocada por el emplumado en Lucifer, quizá desplazarlo como dice Abaddon sea lo mejor para evitar que se siga con un enfrentamiento absurdo y las vistas del Infierno se puedan enfocar en aniquilar a los Celestiales y a sus queridos mortales."
El General se llevó una mano pensativamente a la barbilla, como evaluando lo que Abaddon le había dicho, aunque su mirada le indicaba al Príncipe que deseaba saber más detalles sobre dicho "trabajo" que le quería encargar.

Rey Consorte del Infierno... Señor de manera indirecta de los Infernales... Cuanto poder... cuanto poder podría acumular en esa posición... La perspectiva que Abaddon ofrecía con su plan era en verdad tentadora y demasiado dulce como para dejarla pasar...
Pero antes de que el poder se le subiese a la cabeza, el lado más analítico de su mente demoníaca resurgió, examinando todos los pros y contras que la propuesta del Príncipe podía tener... Contras: primero, seguramente si el Rey se enteraba de esto terminaría degradado y castigado de la peor manera... Además estaba el asunto de que se había jurado no tener pareja de todo estable, además de que nunca yacería en la cama de nadie en el sentido de que nunca se dejaría penetrar por nadie y si conocía al Rey seguramente para mantenerlo "engatusado" debería hacer ese tipo de esfuerzos y sacrificios en los cuales no estaba interesado.
Pros: Si era inteligente podría aprovechar muy bien el vínculo con el Rey y dirigir los asuntos infernales a su antojo y placer, acabar con los Celestiales de la forma más cruel decidiendo el destino infernal e implantar el terror en los humanos tal como siempre se lo había propuesto. Como General podría hacerlo sin duda... Pero como Rey Consorte... Todo eso podría profundizarse muchísimo más... Una sonrisa malévola decoró los labios de Asmodeus mientras tomaba una copa de licor y sorbía de ella con delicadeza.
Miró a Abaddon... La idea no parecía tan mala... Había tanto pros como contras tan fuertes y por ende el poder de ser Rey Consorte no podría estar como único pago por ese "servicio", dijo:
- Me pregunto Abaddon... Si este movimiento tuyo expresa solo preocupación por la imagen de Lucifer y los destinos del Infierno, o si hay algún encono particular contra el emplumado de tu parte...- volvió a dar un sorbo de licor- Así también sabrás que mi participación en tu plan no es gratuita. Es un plan arriesgado y con muchos perjuicios al igual que beneficios... ¿Qué ofreces?

Su precio... ¿Que precio podría ponerle el Demonio a dichos servicios? Tenía que ser algo que valiera los riesgos que estaba dispuesto a tomar... O varias cosas quizá... Pero por el momento sonrió satisfecho de sí mismo al darse cuenta que no se había equivocado del todo con su suposición de que Abaddon tenía algo personal con el emplumado personaje que manchaba la reputación de Lucifer.
Cuando el Caído mencionó lo de que nadie debía enterarse de aquello, el Demonio lo miró como si fuera lo más obvio del mundo... ¡Claro que nadie debía saber de aquello! Eso estaba fuera de discusión... Si Lucifer se enteraba su cabeza y la de Abaddon rodarían, eso era seguro.
Los ojos del Demonio examinaron el rostro del Caído con cautela, intentando dilucidar cual sería la mejor manera de sacarle partido al asunto y un buen precio por sus servicios.
- Dos cosas son mi precio: La primera, cinco mil almas preferentemente de humanos poderosos o cambiaformas, en buen estado de pureza, para corromperlas y usarlas para potenciar a mis legiones. Lo segundo es más bien un apoyo, quiero saber si puedo contar contigo en una cruzada que tengo planeada contra los humanos... Hacerlos volver a temer al Infierno, que el terror reine en sus corazones nuevamente y eventualmente aniquilarlos, al igual que a los inmundos Celestiales... ¿Qué dices?

Fantástico... Ya tenía una ayuda muy grande para sus planes... Como quien dice, una mano lava la otra. Red, los Malek, y ahora un Príncipe Infernal... Si dicha alianza contra los mortales lograba cohesionarse del todo y no separarse, eso quería decir que los humanos tendrían una nula posibilidad, inclusive con ayuda de los Celestiales. Esbozó una media sonrisa llena de malignidad:
- Comprendo que lo de las almas sea un trabajo arduo de reunir, sin embargo puedes reunirlas y entregármelas de a poco, a modo de... mmmm como decirlo... "Cuotas" que no bajen de las cien.... Obviamente y como también admito cuando sea el rey consorte eso cambiará y podré cobrarme las almas con mucha más rapidez.
Dio un nuevo sorbo a su copa de vino saboreando el delicioso gusto del alcohol. No podía negar que Abaddon tenía buen gusto para esas cosas... Aquel vino era una delicia incluso para su sofisticado paladar, acostumbrado a saborear las exquisiteces más sabrosas. Continuó hablando:
- En cuanto a la "cruzada", he de terminar algunos preparativos sobre ella...- dijo recordando las investigaciones que Red había de hacer - Y al menos en un principio debe hacerse en un margen de cierto secretismo... La idea es atacar a los mortales sin que ellos se den cuenta de quienes les están disparando... Explotar el miedo a lo desconocido en los humanos, el miedo a no entender cosas que se les van de las manos, para ello se debe atacar en diversos puntos que no tengan una lógica aparente con distintos modus operandi.
Dicho esto sostuvo la perfecta copa tan hermosa y labrada en plata observándola como si fuera un trofeo o un objeto mucho más valioso aún. Suspiró. No era un secreto para él que la mayoría de los Príncipes Caídos tenían un pobre concepto sobre los Demonios, incluso sobre los de alto rango. Fue por esta razón que la propuesta de Abaddon lo sorprendió cuando se la dijo...
- Solo una pregunta más...- dejó de mirar la copa y miró al Caído a los ojos - ¿Por qué yo? Hay miles de Demonios en el Infierno, aún cuando los demás Generales estén en sus propios asuntos. Honestamente, y perdona que te lo diga sin tapujos porque esa es mi manera de decir las cosas en estos casos, creía que los Príncipes nos consideraban unos inútiles por "ignorar" el poder que nos proporcionó la presencia de los Caídos.
Él, obviamente, se consideraba más que capaz de desplazar a aquel Ángel Caído que era pareja de Lucifer si se lo proponía, por lo cual no tenía duda en sus habilidades, pero si estaba más que interesado en escuchar que fue lo que llevó a Abaddon a decantarse por esa decisión.

Así que por eso había sido designado para ello... El mismo Abaddon admitía que confiaba en sus habilidades y eso lo ponía lo suficientemente orgulloso para esbozar una suave sonrisa ladina y satisfecha. Cuando habló de que a Lucifer le gustaban los rubios, el Demonio soltó una carcajada y dijo:
- Nuevamente agradezco mi elección de forma física...
El Demonio dijo:
- Aprecio tu opinión, Abaddon. Y te garantizo... Haré que Lucifer se olvide del emplumado, porque me lo propondré. No voy a fallar.
Dio un nuevo sorbo a su copa de vino, mientras observaba. Además de todo eso, estaba satisfecho con que Abaddon hubiese aceptado sus condiciones y el pago por sus servicios con casi nula reticencia, de esa manera daba placer cerrar tratos. Alzó la copa y con una sonrisa suave y los ojos brillando con un destello astuto y maligno:
- Por un nuevo Rey Consorte en el Infierno y porque el terror al Infierno se haga nuevamente presente en los corazones de los humanos... Salud.
Dicho esto dio un trago a su copa terminándola del todo por fin.

¿Abaddon exterminaría a Zaziel? Entonces sin duda las cosas iban a resultar mucho más divertidas de lo que había pensado en un momento. Sonrió ante el comentario del Príncipe de que tuvo buen ojo a la hora de escoger cuerpo y cuando agregó aquella cláusula al brindis dijo:
- Claro... La caída de esos petulantes Celestiales también es una prioridad y eso ningún Infernal que se precie de serlo debería olvidarlo.
Dicho esto dejó la copa ya vacía sobre la mesa mientras se cruzab de piernas... Ahora que se acordaba... La conversación con Lucifer en el cementerio de Los Angeles había probado ser bastante satisfactoria en el aspecto en el que Abaddon había concebido aquel plan... Al pensar esto una astuta y atractiva sonrisa se dibujó en sus labios para luego observar al Príncipe:
- Voy por buen camino... Hablar de Lucifer no es nada nuevo... Casualmente me encontré hace no mucho tiempo con él en el cementerio de Los Angeles... Aparentemente le caí muy bien... Supongo que le habré resultado interesante o algo así...
Volvió a esbozar una sonrisa suave mientras agregaba:
- Es extraño...- se incorporó de la silla para observar con atención todo detalle de aquel jardín en el cual se encontraban... Era sin duda muy bonito... Se acercó hasta una rosa roja y observó sus pétalos con atención. El trato que había hecho con el Príncipe era tan perfecto como el rojo de esos pétalos... De hecho había encontrado que tenía más cosas en común con el Caído que con varios de sus hermanos Demonios y eso era... raro... Después de todo... Él siempre había detestado en secreto a los Caídos.... Pero primero Lucifer y ahora Abaddon... Entonces era que los Caídos ¿no eran por lo menos todos tal y como pensaba? Eso parecía verse...
- Mmmm... Si, es muy curioso... ¿Sabes una cosa? Nunca creí tener tanto en común con un Caído...- tomó uno de los pétalos de la flor y lo acarició entre la yema de sus dedos apreciando su tacto: - Eso significa que después de todo... A pesar de sr un Demonio "puro" probablemente mi lugar esté más entre los Caídos que entre mi propia raza.

El Demonio asintió ante las palabras de Abaddon... Si, tenía razón, a veces, muchas veces, se tenía mucho más en común con las personas individuales que con las razas en general... Y eso debía ser cierto, porque en verdad sabía que no todos los Caídos eran como Lucifer y aquel Príncipe frente a él.
Cuando el Caído habló de la sugerencia de la playa, el General casi suelta una carcajada, pero logró contenerse y negar con la cabeza mientras sonreía para decirle:
- Sinceramente no creo que seamos dos personas del estilo de cosas muy románticas como lo de la playa, la verdad...
Miró al cielo... Habrían pasado un par de horas, era noche cerrada y sentía que tenía ganas de volver a su palacio en los Alpes y descansar para luego comenzar a planificar lo que fuese necesario para la "cruzada" y por supuesto ponerse a pensar en el trato que acababa de hacer con el otro Infernal... Volvió a posar su mirada en él:
- Bueno Abaddon... Me voy retirando... Tengo asuntos que atender en mi residencia, además de que tengo ganas de descansar. Cuando las cosas para la cruzada estén del todo listas te lo informaré, al igual que lo haré cuando haya tenido avances sobre Lucifer...
Inclinó la cabeza y le estrechó la mano.
- Fue un placer haber hecho negocios contigo. - esbozó una media sonrisa suave y desapareció, deshaciéndose en un torbellino de ceniza negra.

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