Femme Fatale - Priv-

Muchas veces había oído a los humanos hablar maravillas de París, conocida como la ciudad del amor y otros muchos apelativos que me hacían bastante gracia. Había viajado en varias ocasiones alrededor del mundo, pero nunca me había detenido a observar aquella ciudad como se suponía que se merecía.
Me transformé en cuervo, como solía hacer cada vez que quería viajar ya que era la forma más rápida y barata, y puse rumbo a Europa. Cuando llegué enseguida fui a la tienda más cercana a comprarme una camisa, pues siempre me la tenía que quitar para volar y siempre aparecía medio desnudo allí donde iba. Por suerte la dueña de la tienda era una chiquilla que se puso nerviosa nada más verme y sucumbió a mis encantos. Si hubiera sido otra persona probablemente me habría echado de allí por pervertido o algo así...

Fui a ver la famosa Torre Eiffel y después decidí tomarme algo. Qué triste, tener que viajar a Europa para entrar en un bar. Entré en el primero que me llamó la atención, cerca de la zona más turística y hotelera de la ciudad, y me dirigí a la barra, donde ya había esperando una chica de pelo rubio casi blanco que llamó mi atención. Cuando llegué junto a la barra apareció el camarero.

- Póngame un whisky, y a la señorita lo que desee. Yo invito. - dije antes de mirarla y dedicarle mi mejor sonrisa - Soy Derek. Encantado preciosa.

Spoiler:

Mientras el camarero nos servía lo que habíamos pedido yo observaba a Hella sin dejar un sólo centímetro de su cuerpo sin inspeccionar. Era preciosa y tenía un cuerpo espectacular. Además, era una krusnik. Me gustaban esas criaturas, eran fuertes y muy interesantes, además de tener gran parte de demonios. Tenía entendido que hasta se podían transformar en uno de los míos.

- ¿Por qué suspiras? - pregunté mirándole a los ojos con curiosidad. Aquel suspiro le había dado un ligero aspecto de fragilidad, pero en general la envolvía un halo de sensualidad que me atraía demasiado.

Sonreí de lado ante su pregunta - Bueno, en realidad he venido por aburrimiento, pero ahora sí que se está convirtiendo en una auténtica visita de placer... - dije antes de guiñarle un ojo. La ropa que llevaba me estaba volviendo loco, pues marcaba cada curva de su cuerpo de una manera impresionante, y aquellos pantalones se podrían llegar a considerar demasiado cortos para mi salud mental, además de su escote -¿Y qué es de ti? ¿Qué te trae por la ciudad del amor?

Cada uno de sus gestos, miradas y sonrisas me daban a entender que estaba intentando ligar conmigo, por lo cual tenía por seguro que no iba a salir corriendo, no parecía molestarle en absoluto mi presencia. Me reí abiertamente al ver su reacción ante mi respuesta acerca de los motivos que me habían llevado a la ciudad. Parecía que no esperaba aquellas palabras, y eso lo hacía bastante más divertido.

Esperé mientras pensaba una respuesta a mi pregunta y escuché con atención cuando finalmente pareció encontrarla. No necesitaba conocerla demasiado como para saber que me estaba ocultando algo, probablemente por algún tipo de miedo, pero decidí que no era buena idea presionarla, precisamente porque apenas me conocía y estaba en todo su derecho de no querer contarme la verdad.

Sin embargo, lo que más me sorprendió fue su siguiente movimiento, pues de repente abrió los ojos como platos y ahí sí que creí que iba a salir corriendo, y de hecho hizo algo parecido, pero hacia la pista de baile. La seguí con la mirada mientras escuchaba la canción. Dejé yo también mi copa en la barra y me dirigí hacia donde estaba ella, apoyándome en la pared que había junto a la pista.

- Así que además de ser preciosa y sumamente sexy también cantas... Vaya vaya, y yo que no quería venir a Europa... - la observé bailar recorriendo con mis ojos su cuerpo en cada uno de sus movimientos mientras me mordía el labio inferior - Bailaría contigo, pero no se me da nada bien. Además, prefiero observarte... - dije con un leve destello rojo en mis ojos mientras sonreía de lado.

Volví a morderme el labio inferior y resoplé ligeramente cuando se giró y bailó sólo para mí, sobre todo cuando se acercó más a mí para seguir bailando. Era todo un espectáculo que tenía lugar sólo para mí, y eso me gustaba, vaya que si me gustaba. Mis ojos recorrían su cuerpo deteniéndose en puntos estratégicos mientras ella seguía moviéndose.

Sonreí cuando vi que se acercaba a mí al finalizar la canción. - Me gusta cómo te mueves... - me reí cuando me preguntó qué veía - Veo una chica preciosa con un cuerpo impresionante bailando sólo para mí. No podía quitarte los ojos de encima... - sonreí con picardía al ver que se mordía el labio, quedándome con ganas de mordérselo yo mismo.

Sentí una enorme decepción cuando finalmente no llegó a tocarme y se marchó de nuevo a la barra. Me dirigí de nuevo hacia allí y sin darle tiempo siquiera a reaccionar la giré hacia mí, dejándola de espaldas a la barra y tras mirarla fijamente a los ojos con una sonrisa traviesa besé sus labios con ganas. Estaba seguro al 99% de que no me iba a dar un tortazo y se iba a marchar.

Sentí que se ponía tensa cuando la besé y pensé que tal vez fuera posible ese 1% restante y saliera corriendo después de haberme abofeteado. Sin embargo, parecía que había sido la primera impresión, por la sorpresa que le había dado, pues enseguida se pegó bien a mí y rodeó mi cuello con sus brazos. Terminó su copa y volvió a mis labios, dejando en mí el sabor del ron de su boca. Sus manos recorrieron mis espalda hasta llegar a mi trasero y mi mano derecha recorrió sus muslos, al descubierto gracias a esos shorts tan minúsculos que me gustaban tanto, mientras mi mano izquierda se introducía por debajo de su camiseta, acariciando su torso y acercándome lentamente a su pecho pero sin llegar aún.

Me reí cuando dijo que yo tampoco estaba nada mal. De todas formas, si no le gustaba se podía remediar, pues podía tener la apariencia que yo quisiera, aunque ya me había acostumbrado a esta. - Bueno, hoy me he propuesto ser un caballero... Así que, las damas eligen - dije guiñándole un ojo antes de morder su cuello levemente.