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Mensaje por Invitado Lun Mar 12, 2012 10:13 am

Había pasado aproximadamente dos semanas desde que había tenido cierto encuentro con David Talbot, un vampiro arrogante cuya cobardía me enfureció, así como, su engreída ensoñación de hacer pactos con demonios poderosos, como si fueran niños que aún no habían sido destetados. Mi frialdad se vio alterada por su estupidez, la cual tuvo un alto coste para su organización. Había quemado varias aulas de libros antiquísimos de su Casa Madre, también recuperé los libros que yo mismo había redactado sobre el infierno, sus demonios y ángeles caídos principales.

Mi encuentro con Leviathan fue bastante entretenido. Había escuchado sendos rumores sobre su coqueteo con un vampiro cuya descripción encajaba con la de Talbot. Me decepcionó profundamente que un guerrero como él, un alto cargo en los infiernos, hubiera caído en el deseo de poseer algo inferior. Dejé su cuerpo marcado por el placer, así como por el odio y la ira. Jamás me vi en una como aquella noche, pues jamás pensé que tendría que humillar a un hermano para abrirle los ojos.

Por supuesto, no era lo único que había logrado tener como información. Sabía por donde se movía, quienes eran sus allegados y cierto encuentro con el Caído Rafael. Me causaba cierta gracia saber que un meapilas tan importante como era aquel arcángel, un hombre de Dios y un adorador innato del camino hacia los Cielos, hubiera caído salvando a unos niños marcados, algunos, con mi sangre. Si bien, la cicatriz estaba en su rostro por mucho que el imbécil de Rafael hubiera intentado lo contrario, ya no tenía tanto poder sobre las tinieblas debido a su nueva condición. Su luz se había extinguido, tan sólo quedaba una brizna de su patético orgullo y amor por los hombres.

Varios de mis descendientes le habían seguido los pasos por el mundo, habían estado junto a él en cada una de sus interminables pasos por la noche. Prácticamente era invisible su poder, debido a su don especial el cual evitaba ser vistos, sentidos u oídos. Caminaban a su lado, respiraban su mismo aire contaminado y lo contemplaban cara a cara. Eran aire, polvo y oscuridad.

Prometí a Leviathan ofrecerle a David en bandeja, sin embargo no siempre cumplo lo que prometo. Deseaba divertirme con él y soltarlo en algún punto donde Leviathan quizás diera con él, sabía que podría molestarle pero en esta ocasión tenía motivos por los cuales rompería mi pacto con un hermano, ya que sabía que si él atrapaba al vampiro no quedaría nada, tan sólo cenizas.

Aquella noche me encontraba en uno de los despachos de mis locales de lujo, era un paraíso de tranquilidad donde los hombres más destacados viajaban a través de los sentidos gracias al sexo, las drogas y el sentimiento de poder que les otorgaba firmar contratos conmigo. Me hallaba reclinado leyendo unos documentos, acariciando sus rubricas marcadas con el destino truncado de mis palabras torcidas. Mis cabellos negros caían rozando el escritorio, mi espalda se veía arqueada y aparentaban que en un momento a otro surgirían unas poderosas alas. Mis ojos verdes fulguraban con deseo, me frotaba prácticamente las manos ante los contratos recientemente firmados. Mis planes seguían su rumbo.

Tocaron a la puerta, era mi secretaria, poseía una escasa falda que mostraba sus piernas torneadas, su chaqueta ajustada mostraba sus pechos ofreciéndome una vista maravillosa. Abrió la puerta apoyándose en esta, sin saber si decirme los últimos datos sobre por donde merodeaba David Talbot, ese dichoso vampiro, mientras me seducía con aquella mirada perdida en el placer.

-Pasa.

Mi voz sonó gruesa pronunciada y emitida a través de aquellos labios crueles. Los datos cayeron frente a mí, así como su cuerpo se ofreció sobre mis piernas como si fuera una ofrenda a un Dios. Mis manos jugaban sobre los botones de su chaqueta, desnudándola mientras leía con detenimiento sus últimas acciones. Arranqué su escasa ropa y la arrojé entre mis piernas, pronto sentí como chupaba mi miembro cual desesperada mujerzuela. El dedo índice de mi mano derecha pulsó un botón sobre el escritorio, el cual activó un mecanismo con el cual podía ver una pantalla de videollamada pendiente.

-Lo quiero esta noche, en el local de las afueras y lo quiero intacto.

Frente a mí tenía a uno de mis más formidables hijos, muy parecido a mí en aspecto aunque de menor estatura. Se veía dispuesto a todo, inclusive a dar su vida por mi. Mis hijos tenían sus recompensas cuando me ofrecían buenos resultados, pero no lloraba sus muertes ni sufría por sus derrotas. Quien no cumplía su cometido moría por mis propias manos.

Proseguí con los juegos que llevaba a cabo con mi furcia de aquella noche, mientras mis hijos se movían por la noche dando caza al vampiro. Ella chillaba al penetraba por segunda vez cuando llegó la buena noticia. Salí de ella girándola para atraparla de la garganta, metí mi falo en su boca y me vertí mientras comprobaba los últimos datos. Era despreciable mi trato y sin embargo me necesitaban, siempre fue curiosa esa reacción en todos ellos. Incluso Leviathan había querido permanecer a mi lado toda la noche.

Desaparecí del local usando mi poder, apareciendo en una nave abandonada en las afueras, reforzada con los mejores dispositivos de seguridad. Era una jaula inmensa, sin luz salvo un enorme foco central, el cual se proyectaba sobre la jaula de hierro infernal, el cual soportaba los arranques de un vampiro o demonio inferior. No estaba solo, lo custodiaba una figura teñida de luto de pies a cabeza, un encapuchado que entre sus dedos tenía el libro que tanto deseaba, a pesar que el resto ya estaban en mi poder. Demostraría que yo no mentía cuando hablaba sobre temas tan sagrados como aquellos volúmenes, no como él y su lengua de serpiente.

-Lo siento, le ofrecería una copa pero hoy el bar está cerrado.

Comenté con cierta sorna y una sonrisa fría bastante macabra. Mis pasos resonaban por la nave vacía, la cual parecía haberse creado únicamente para la lucha cuerpo a cuerpo con seres como él. El aroma a cerrado impregnaba todo, igual que el sudor que comenzaba a bañar su cuerpo de forma sanguinolenta. Sus ojos dorados me contemplaban probablemente aterrados o confusos, aunque eso no me interesaba averiguarlo.

Mi querido encapuchado poseía un poder similar al mío, sin embargo no se movería de su lugar. Tan sólo saldría del local para ser el mensajero de lo allí acontecido, propagaría la noticia por el infierno y por aquellos que lo deseaban muerto o al menos fuera de combate durante varios meses.

-Apagaré las luces, te dejaré libre y si logras sobrevivir a mis ataques quizás te dejo leer alguna página de mi libro. Mientras, te marcaré y humillaré tu honor. Aunque tranquilo, no me interesas sexualmente, pues lamento decirte que no eres mi tipo.
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Mensaje por David Talbot Miér Mar 14, 2012 1:44 am

David había estado ocupado durante las dos semanas después de la cita con Caim. Los primeros días ni siquiera tuvo consciencia de que pasaban las horas, la cicatriz dejada por aquel demonio, sin cerrar y candente sobre su piel, debilitó las barreras mentales que estableció hace muchos años para mentener encerrada a la bestia oscura. El vampiro, la criatura que nació junto con David cuando Lestat le dio el Don oscuro. Sabía que el error era suyo, no debió aislar al vampiro de su propio ser pero cuando se negaba a beber de forma asidua, cuando no cedía a los caprichos o la crueldad, era fácil ser un vampiro, lo complicado era continuar siendo uno mismo. Aquella parte de si mismo ganaba fuerza y personalidad propia y aguardaba su momento con paciencia. Y la tuvo con Caim, durante toda la entrevista esperaba hasta que el demonio lo marcó con la hoja infernal y entonces tomó el control. "David, querido, eres débil, déjame a mi"

Pudo tener un final realmente trágico, puesto que David perdía energías mientras que el vampiro se volvía más poderoso, tuvo suerte y Rafael lo encontró. Curó sus heridas y cerró la cicatriz que poseía en el rostro pero no pudo borrarla, no tenía suficiente poder para ello pero al menos David pudo sellar a la oscuridad en el fondo de su mente y mantener una conversación con el celestial. El vampiro siempre anheó encontrarse con ellos aunque no compartia todos los puntos de vista de Rafael ni la forma de acometer la situación actual, lo respetaba y le estaba profundamente agradecido por su intervención.

Después de ese encuentro con el ángel, tuvo que descansar dos noches seguidas despúes de cazar varias presas, estuvo reposando en la tienda del señor Lee, en el sótano, su amigo, había puesto varias guardas en torno a todo el local, barreras invisibles para aquello que no tenían poder y David se sentía aliviado por ello. Ya tenía enemigos entre los demonios pero..¿qué debía hacer? ¿cruzarse de brazos y esperar el fin en un banco del parque? Era inmortal, tenía poder, con más razón él debía luchar porque simplemente no podría vivir con la culpa de quedarse escondido en el lujo y placeres vacíos sabiendo que pudo hacer algo, intentar algo. En todos ellos había algo más grande que los propias debilidades y defectos,más poderoso que las alas de un ángel, que las palabras de un demonio. Era esa fuerza que hacía que una madre entrara en un edificio en llamas para salvar a su hijo, era esa fuerza la que lograba que un hombre se quedara al lado de la cama de un amigo que estaría en coma hasta la muerte, la fuerza que llevaba a luchar en las peores condiciones y unía a los corazones. David creía en eso mas que en nada.

Vladimir se puso en contacto con él una semana después, fue una conversación larga y muy agria, le reprochaba con palabras duras todo lo acontecido y David le recordaba que él votó a favor de ponerse en contacto con Caim, ciertamente tenían información sobre el demonio, David les proporcionó un perfil sicológico pero lo ocurrido después fue hasta predecible en cierta medida, no podía ser culpado cuando ya hace muchos años aconsejó que disgregaran todo, que no hubiera sede central. La discusión terminó en tablas, David era de los poquísmos miembros de la Orden que intervenía directamente en las situaciones más peligrosas, además de que seguramente era él más equilibrado, la nueva generación parecía incapaz de asumir retos y responsabildades, para ellos la vida era un pequeño círculito.

Pero dos días que siguiera, la intraquilidad de David fue en aumento, puede que no viera nada pero ese instinto que toda criatura poseía, le decía que algo estaba mal y que iba a empeorar, algo estaba sucediendo a su alrededor, notaba ciertos extraños escalofríos, a veces se encontraba girando la cabeza para mirar a su espalda para ver si alguien lo seguía pero no encontraba a nadie y eso, lejos de calmarlo, lo intranquilizaba aun mas.

Y todo ocurrió aquella noche, David, notando que cada vez sus sentidos parecían aullar, tomó sus precauciones antes de salir del espacio protegido de la tienda del señor Lee, se armó y se vistió con aquellas ropas tan practicar que a Lestat le habrían hecho alzar una ceja en disconformidad. Pantalones a la cadera, con varios bolsillos, de estilo militar, que se ceñía a sus largas y torneadas piernas, el cinturón con sus armas, una camiseta negra de tejido transpirable con mangas largar que se adhirió a su musculoso torso como una segunda piel y luego su abrigo largo, completaba su atuendo con una botas negras militares. Y parece el sexto sentido no le falló, cuando pisó la calle, sintió la convergencia, el poder que se acumulaba en al aire.

-Puerta de realidad..-susurró, era una invocación que usaba entre hechiceros y demonos, también ángeles para trasladarse de un lugar a otro. Y alguien la abrió justo bajo sus pies. En menos de un parpadeo estaba dentro de una jaula, con un enome foco encima. David estrechó sus dorados ojos, estudiando los barrotes y luego todo aquel enorme recinto. Le habían tendido una trampa y esperado el momento para ejecutarla.

Alzó la vista cuando la puerta de abrió y Caim hizo acto de presencia, tendría que haber sospechado algo, lo siguó con sus aureos orbes, en realidad, David estaba sintiend una extraña emoción que aun no atinaba a comprender pero no era pánico ni miedo, aguardaba. Escuchó sus palabras y miró hacia el libro, el libro que ni siqueira tuvo tiempo de leer, le habría encantado pero no fue posible y ahora estaba allí.

Llevó las manos a sus hermosas armas y las desenfundó con calmas-Ya veo que te has tomado muchas molestías en traerme hasta aquí, quizás debería sentirme hasta halagado, disculpa que no me sonroje-la voz de David era firma, no tembló de forma alguna-Todos morimos, tarde o temprano, solo importa el cómo y el cuando. Y si debe ser así..-lo miró directo a los ojos-así será si está escrito, Caim. Apaga la luz.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 15, 2012 5:28 am

Su aspecto dejaba que desear. Para mí la elegancia debía ser práctica, existían trajes perfectos para ocasiones de riesgo. Sin embargo, sabía adaptarme y tomar cuero, camisas de algodón transpirables y chalecos que me camuflaban entre las luces de antros donde sólo los borrachos más rudos se sentían libres, cómodos y vivos. David había elegido una ropa horrenda, ni siquiera podía decir que tenía buen gusto, al comprobar que toda su elegancia había sido reducida a unos simples pantalones y una camisa de mercadillo.

Mis ojos jugaron como si fueran dos haces de luz, focos que jugueteaban con su figura simple y su mirada dorada. El fulgor verde poderoso se hacía presente, como también notaba que Leviathan tiritaba lleno de deseo por hacerse presente. Era una de mis criaturas, pero no un hijo sino un hermano. Un aliado que había pactado conmigo y proporcionado para mí un buen divertimento. Él correría la voz por los infiernos, pero también correría la voz por la Tierra.

-Deje que le presente a mi buen amigo, aunque podría decirse que ya se conocen y le robó su corazón.

Me acerqué a la figura cubierta de negro y lo hice con cierta teatralidad, elegancia y deseos de mostrarle que no éramos uno, sino dos, y que quizás prefería terminar lo que empezó. Mis dedos acariciaron la cara y sedosa tela negra que cubrían los cabellos de Leviathan. Esbocé una cínica sonrisa al divisar sus cabellos dorados, los cuales parecían resplandecer, así como sus orbes cubiertas de finas pestañas de trigo. Su piel lechosa tomó cierto rubor por el calor leve de aquel foco.

-Puedes elegirme a mí como oponente o puedes elegirlo a él.

Me giré hacia Talbot, el cual tenía un tono de piel similar al mío, algo más tostado, y con un aspecto más duro por sus músculos que se marcaban bajo su ropa. Si bien, era un ser insignificante. Si no lo aplastaba no era por deseos de ver como su cabeza explotaba, era por el trato que había hecho con mi hermano.

-Leviathan fue deshonrado de forma más pretenciosa por usted. Siento estima por mi hermano debido que siempre fue uno de los seres más crueles e implacables, un coloso, y usted lo redujo a un niño caprichoso. No perdono que alguien destroce la ferocidad de un demonio, pero sin embargo no soy quien para darle muerte. Prefiero que él lo torture y así limpie sus culpas, esas que tanta rabia y asco le dan. ¿No es así hermano?

No nos habíamos visto desde hacía un par de noches, la última vez que nos vinos le dejé rabiando con deseos de más. Deseaba que esa rabia que había encontrado la pusiera sobre él, una rabia controlada y que no le cegara. Éramos dos seres opuestos, mi aspecto era imponente frente a la delicadeza de sus rasgos. Leviathan parecía una muñeca de porcelana y yo era un soldado crudo al cual muchos temían.

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Mensaje por Invitado Jue Mar 15, 2012 6:24 am

En ocasiones incluso Leviathan encontraba molesta la capacidad de su hermano para enterarse de los más pequeños y sórdidos detalle de todo lo que acontecía, su expresión como muchas veces mantenía su máscara de calma, pero al tener la piel tan blanca resultaba más que complicado disimular el rubor que le causaba escuchar de boca de Caim la mención de sus deslices, no quiso ni pensar que tanto sabría realmente de aquel vergonzoso episodio.

- Tienes demasiadas consideraciones con el hermano… - hablo por primera vez en la noche – déjame entrar ahí y acabar de una vez por todas con su molesta existencia – Leviathan ansiaba la sangre de Talbot en sus propias manos, era una cuenta muy personal la que debían arreglar.

Miro al vampiro enjaulado, una vez más le mostraba una faceta diferente, en cada una David parecía ser otro hombre, o mejor, vampiro, a veces un caballero, otras una víctima y ahora… un civil? No estaba muy seguro de que era ahora, ni debía importarle, si se le concedía entrar con él, no iba a dejar suficiente de Talbot para rellenar un calcetín.

Se quito la capa arrojándola a un lado, le resultaba molesta, pero para el pelinegro lo esencial no era solo destruir al vampiro, sino jugar con el, era un gato divirtiéndose con su presa, torturándola muy lentamente antes de comérsela. Aquel no era más que un teatro muy bien montado, un espectáculo ideado para su divertimento. Quizás Leviathan no fuese una “Luz” un erudito como lo era Caim, pero no necesitaba ser excesivamente astuto para entender que incluso el formaba parte de la diversión ajena. No podía ser débil frente a otro demonio y esa era una prueba para que demostrase que había vencido aquel brote de “humanidad” que le contaminaba.

- No ibas a enseñarme humillación y venganza David? – le recordó esperando que lo eligiese – esta es tu oportunidad de hacerlo… quizás la última que tengas
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Mensaje por David Talbot Jue Mar 15, 2012 6:59 am

David aguardó dentro de aquella jaula con su calma habitual, por supuesto aunque aquello fue una sorpresa, tampoco fue algo inaudito, los demonios, como ya se comentó en alguna ocasión son criaturas bastante previsibles, sus instintos más básicos estaban expandidos a niveles que en sus personalidades se convertían en facetas completamente dominantes. En Leviatham, cuando lo conoció no ocurría eso, aunque la marca demonía era evidente parecía estar imbuido en aquella aura de inocencia que David encontró atractiva, quizás fue esa la razón por la cual bajó la guardia con él, tenía el poder de un rey del averno y la candidez de un muchacho que no sabe que se ha perdido y busca desesperadamente el camino de vuelta a casa.

Los aureos orbes de David recorrieron el rostro de Leviatham, palpando su aura, ya no quedaba nada de aquello, aquella extraña ternura, aquella violencia en mitad de la dulzura, aquel veneno sutil...ahora eliminados. Leviatham ahora era como todos los demás demonios, igual de soberbido, perverso, cruel y carente de emociones que no fueran su propia satisfacción personal, una sombra de otra sombra. Y si David logró albergar dudas sobre la naturaleza de los demonios, ahora estas dudas fueron borradas de un plumazo. En realidad le hubiera gustado que hubiera ese margen de incertidumbre, sí...pero ya no había vuelta atrás.

Continuó quieto, como una estatua de bronce, la luz era absovida y reflejada de forma deliciosa por la patina sobrenatural que lo cubría y los cabellos castaños tenía aquel brillo antinatural, al igual que los ojos de David que brillaban desde dentro. Si así estaba escrito, así moriría...¿acaso debía sentirse humillado? no, cuando tuviera que dar cuentas en la otra vida, lo haría con orgullo.

-Dos demonios..-su voz se deslizó contra la paredes, levantando ecos-y un vampiro de menos de mil años, igualdad de fuerzas. Una trampa con dos demonios de alto rango, sin duda me tengo que sentir halagado con tantos esfuerzo por capturarme.-movió su brazo, en un arco y su arma señaló a Leviatham-Creí que te conformarías con mi corazón pero si es venganza lo que buscas para satisfacer tu orgullo y tu soberbia, adelante. Ciertamente serás un buen demonio, igual que todos, igual que él.-miró a Caim-ojalá os hubiera conocido hace miles de años..-meditó pero solo fue un breve pensamiento meláncolico-Será contigo entonces, Levi.-usó aquel mote infantil que el mismo demonio le proporcionó aunque él encontró intorelable.
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Mensaje por Invitado Jue Mar 15, 2012 7:35 am

Permanecí estóico, como si estuviera construido por mármol y no por carne. Mi aspecto era imponente frente a ambos. Contemplaba todo desde el brillo implacable que mis ojos poseían, era un síntoma que seguía vivo pese al deseo de muchos. Me moví unos centímetros escuchando la palabrería barata que usó David, acusando a mi hermano de desear más de él y de ponernos a su caza, dándole así cierta relevancia.

-No confunda deseo de diversión con méritos hacia usted, dejaré que el gato atrape al ratón.

Di un par de pasos hacia mi hermano, posando mis manos sobre sus hombros para estrecharlos entre mis dedos, a modo de pinza, masajeándolos para que se concentrara en las mil formas de inflingirle dolor. Mis ojos brillaron fugazmente con un aire de deseo, unas ganas inmensas de observar las tripas de David decorando las paredes de aquel lugar cubierto por una espesa oscuridad.

-Leviathan, ya sabes qué debes hacer. Te he ofrecido el regalo que me pediste, el mismo que deseaste después de aquella larga reunión. Es un placer ofrecerte al imbécil que te dañó para que tú le apliques el castigo que concibas oportuno. Con esto te demuestro que mis tratos contigo son dignos y leales, mucho mejores que los que cualquier otro puede ofrecerte.

Me aparté después de soltar aquellas palabras cerca de su oído derecho, dejando que mi voz penetrara en su cerebro activando su parte más retorcida. Sabía que le alentaría, como también que conocía el placer que me otorgaría ver de esa forma a David Talbot. Me subestimaba, igual que había subestimado a Leviathan. Pensó que podía violarlo, o más bien forzarlo, a ofrecerle sus nalgas, las cuales había probado dos noches atrás. Sonreí con sorna apartándome de mi hermano para acercarme a la jaula, la cual abrí y dejé que él se presentara.

-Tienes la ventaja de la oscuridad, David, ya que eres un cobarde espero que sepas esconderte en ella y encontrar tus dos pistolas. Claro que estas están bien ocultas. Mientras, mi hermano dará buena cuenta de su deseo insaciable. Además, he dejado un par de cuchillos, así como varias armas de todo tipo, para que pueda lacerarte o tú defenderte.

Me subí sobre la jaula y tiré del cable del foco, dejando todo a oscuras. El juego empezaba. Yo podía ver con claridad en la oscuridad, era parte de ella, y sabía que los vampiros tenían cierta ventaja también en ella, pero para nada como nosotros. Sonreí con frialdad contemplando a Leviathan, esperaba que disfrutara de la belleza macabra del momento.
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Mensaje por Invitado Vie Mar 16, 2012 10:27 am

Para su hermano ese era un juego ideado para divertirse a costillas de Talbot, hablarle de armas ocultas era una forma de infundirle esperanza, que creyese tener al menos una minima oportunidad de sobrevivir a los ataques de Leviathan, todo para que luchara y se debatiera hasta el final. Pero el demonio de juvenil apariencia, pese a la vivacidad que a veces mostraban sus rasgos era muy serio en lo que respectaba a sus enemigos, sus juegos con ellos se reducían a idear nuevas formas de tormento.

Aprendió de su anterior experiencia que no debía subestimar a Talbot y no era un demonio que tropezase dos veces con la misma piedra. Apenas se abrió la jaula Leviathan se arrojo contra el vampiro sin darle oportunidad de salir, su presa estaba armada, pero el impulso con que se había arrojado lo convertía en una maza imparable, y debió ser así como David sintió el puño de Leviathan estrellarse contra su quijada, el demonio sonrío con autentica felicidad, si existía una razón para prescindir de las armas solo podía ser esa, sentir los huesos crujiendo bajo el impacto de sus golpes.

Al instante evito que se desplomara sujetándolo por el cuello, sacando sus pies del suelo cuando alzo su apenas cincelado y sin embargo potente brazo, colocándolo contra los gruesos barrotes.

- Esta vez no puedes huir – dijo casi susurrando.

En medio a aquella obscuridad Leviathan se convirtió en un faro que rasgaba las tinieblas, todo el irradiaba un brillo azulado proveniente de los hazes eléctricos que le recorrían y se trepaban a los barrotes como una telaraña viviente. La jaula entera se recubrió de estos rayos que zumbaban histéricamente emergiendo del metal.

El rubio ladeo el rostro expandiendo su sonrisa, el voltaje que generaba fácilmente freiría a un humano común, le resultaba curioso averiguar cuanto resistiera David antes de que sus carnes empezaran a humear y el humor vítreo de sus ojos hirviera haciéndolos estallar en sus cuencas.
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Mensaje por David Talbot Sáb Mar 17, 2012 12:39 am

David no prestó atención a las palabras de Caim, se conocía su discurso, siempre era el mismo, muchas palabras para sentirse él superior y el otro inferior, jugando una y otra vez en rol que llevaba ejerciendo durante miles de años, nada nuevo. Por supuesto, le hacía gracía que el demonio creyera que con aquello iba a sembrar en él alguna inocente esperaza y más gracía aun que lo tomara por uno de eso estúpido a los que prontamente engañaba y destruía. De todas las cosas que decía un demonio, al menos, noventa y nueve de ellas eran mentira y era un norma casi universal. No creía que la oscuridad le diera ventaja alguna, solo era un cambio de luminosidad en el ambiente y en todo caso, los demonios, eran criaturas sobrenaturales, no tenían ojos humanos, funcionaban de otro forma ya David eso lo tenía en consideración, él tenía "su propia forma de ver" y esta más allá de la información que le suministrara sus órganos sensoriales. Aquello era una trampa y a una presa no se le daba ventajas ni favores, no esperaba piedad, tampoco la tendría.

Leviatham, al contrario que Caim, no subestimaba, tampoco se dedicaba a dar largos discursos sobre su superioridad, se limitaba a atacar de forma directa para dejar las cosas claras, sin retórica, sin poesía venenosa, sin aspavientos, el estilo de un guerrero. En cuanto el poderoso foco se apagó y la puerta de la jaula se elevó, los dorados ojos del vampiro se enfocaron, la pupila se alargó y se volvió vertical, percibió claramente la fluctuación del aire cuando Leviatham cogió impulso y en respuesta, más rápido que su mente pudiera concebir un pensamiento consciente, afianzó sus pies, el peso del cuerpo de un vampiro es mucho mayor que el de un humano corriente y cuando Leviatham golpó, David se curvó hacia atrás, recibiendo el impacto pero sin openerse a él para que directamente no le partiera todas las vértebras del cuello, el demonio había sido muy rápido, notó el sabor metálico de la sangre en su boca y derramándose por sus labios, todo su cráneo resonó como una campana.

Sintió los dedos en el cuello, lo alzó con facilidad, estaba siendo mucho más agresivo que en sus dos encuentros anteriores. David percibió que su rostro golpeaba contra los barrotes, arrancando un jadeo de dolor de sus labios pintado de carmín líquido y brillante. Y luego aquella energía que sacudió todo su cuerpo, paralizando hasta sus cuerdas vocales, David cerró los ojos que prendieron dentro de su cuencas, el dorado perfecto que se derretía a merced del enorme voltaje descargado, bajo los parpados cerrados brotó la sangre que rodó por su rostro. Aunque la piel humeaba, el tejido de sus ropas permaneció inalterable, estaba hecho de microfibra de carbono y nanochips de silicio, lo que los militares denominaban "tejido inteligente", se adaptaba a las circunstancias y lo que ahora mismo hacía era canalizar toda aquella energía hasta el cinturón y las armas de David aunque el vampiro sintiera que sus muñecas estuvieran a punto de quebrarse por el paso de la corriente, algunos de sus dedos se rompieron con un chasquido seco pero las armas brillaron. Pistolas de 390mm, con cargador de doce balas, balas muy, muy especiales. David rugió de repente y con dolor alzó el brazo cuando las balas que contenían un compuesto de electroquímica baja que se fue cargando hasta que llegó al máximo, David disparó al vientre de Leviatham. Dos bolas de luz se desprendieron a bocajarro de sus armas e impactaron en el demonio.

Los barrotes restallaron y el cuerpo de David, humeando, salió rodando por el suelo de la jaula, saliendo de ella. Se quedó boca abajo, en la oscuridad, jadeando y después se puso en pie, poco a poco, tenía los ojos cerrados, el ataque de Leviatham lo había dejado ciego, la sangre que contenía el Don oscuro, resbalaba sobre su patina, ahora agrietada de su rostro, hasta su cuello. Su faz recordaba a la máscara de oro de los faraones o a una de aquellas que se lucía en Venecia. Alzó las armas de nuevo y disparó otra vez, las balas al contacto con el aire prendieron como bolas de azules de energía, restallando contra la jaula, el techo, el suelo, barriendo la zona donde estaba el demonio.
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Mensaje por Invitado Sáb Mar 17, 2012 1:03 pm

La violencia de mi hermano era tal que cada vez la admiraba con mayor deseo. Jamás había visto mayor arrojo en otro hijo de la oscuridad, no como la suya. Era un arrojo sanguinario, directo a dejar al oponente sin aliento. Yo era un general infernal, un amante de las artes de guerra. Solía preparar las tácticas sin olvidar el más mínimo detalle. Contemplaba la lucha hasta que se volvía encarnizada, en ese instante mis deseos de probar la sangre y carne de mis víctimas me consumía. Sin embargo, seguía siendo un ser racional, muy al contrario que Leviathan que era demasiado pasional en ocasiones, su talón de Aquiles era lo mismo que le daba ese impactante poder.

Supervisaba la acción desde un punto inexacto para David, salvo por el fulgor de mis ojos que parecían ser los de una pantera en esta ocasión. Me movía como un ser enjaulado, deseando conocer el final de aquella demencial batalla. Sabía que lo destrozaría, que haría que sus vértebras explotaran igual que su mandíbula. Saboreaba el aroma a sangre que se extendía por la sala hasta que aquellos dos disparos me hicieron fruncir el ceño. Mostré cierta cólera y rechazo por ese fallo, pero no me preocupé debido a que Leviathan era un ser imposible de espantar. Dos tiros no eran nada, ni siquiera le harían cosquillas, sin embargo enfurecí al ver como una explosión sacudía el lugar.

No se cayó ni un muro, ni siquiera se movió un ladrillo. La lámpara quedó apagada, sumergiéndolos en completa oscuridad. Aquel lugar había sido generado con mi poder, junto con el de mi compañero, y para nada era un simple territorio donde someter experimentos propios de un escapista que de un guerrero. Me aproximé para sentir aquella masa de carne que eran ambos, deseaba escuchar la pelea con detenimiento como si yo mismo la llevar a cabo.

-¡Leviathan!

Mi voz rugió de forma más cavernosa, grotesca e impresionante que nunca. Mi pacto con mi hermano dependía de David. Ofrecía su cabeza a cambio que nos divirtiéramos ambos. Jamás me había apartado de su lado en ese sentido, siempre me había parecido un militar de excepción, y sin embargo había dejado que ese maldito idiota hiciera sus trucos baratos. Un alfeñique al que debía aplastar con uno de sus largos, finos y pálidos dedos.

-Deja de freír tu hamburguesa, creí que te gustaba la carne cruda. ¿A caso quieres seguir siendo un débil? ¿Recuerdas la otra noche? Te daré todo lo que desees en ese sentido si lo aplastas como cucaracha. Hazlo. ¡Hazlo maldita sea!

Las siguientes palabras fueron enviadas únicamente a su mente, para infligirle la rabia suficiente. Era su maestro en esos campos. Un niño caprichoso que debía tener un tutor aún más caprichoso y severo.
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Mensaje por Invitado Sáb Mar 17, 2012 2:47 pm

El impacto de aquellos disparos había tenido la suficiente potencia para arrojarlo al extremo opuesto de la jaula. El dolor se filtro a través de sus sentidos haciendo que llevase una mano a la herida, comprobando por la húmeda tibieza que empapo sus dedos la presencia de una herida sangrante. De inmediato cada uno de sus sentidos se enfoco en apenas una cosa… Talbot


La voz de Caim llego hasta el, provocándole, removiendo su puñal dentro de la herida, instigándole a acabar rápidamente con el vampiro. Su mente se hundía más y más en aquella marea de cólera que burbujeaba y crecía en lo más recóndito de su mente, rebozando de su fosa para cubrirlo todo. Sin embargo aquel trance de violencia se vio interrumpido por un fenómeno inesperado.

Leviathan noto una fuerza oscura actuando sobre el, las heridas provocadas por las armas del vampiro empezaron a cerrarse y cicatrizar hasta que la carne y piel regresaron a su estado original. El demonio rubio palpo con incredulidad la zona, conciente de que su habilidad para sanar con rapidez no actuaba de aquella manera, siempre había dependido de conseguir un estado mental de concentración para activarlo.

Tenía la certeza de que no podía ser Caim el causante de eso, el no interferiría de esa manera en su combate, era otra cosas… un algo que estaba dentro suyo…

Aquel conocimiento tuvo un fuerte impacto sobre su mente, mucho mayor de lo que cualquier daño físico podría, algo crecía en su interior. Un sudor frío descendió por su sien hasta su cuello mientras mil pensamientos se arremolinaban en su cabeza.

Las impacientes palabras de Caim fueron las que lo devolvieron a su objetivo, no era momento para preocuparse de cualquier otra cosa que no fuera destruir. Se incorporo con presteza, saliendo tras su presa, Talbot había ganado unos instantes de ventaja, pero eso lo remediaría de inmediato.
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Mensaje por David Talbot Lun Mar 19, 2012 12:53 am

Unos momentos, solo unos instantes era más que suficiente para un vampiro, suficiente para David Talbot. Todos aquellos que creyeran que dentro de aquel cuerpo continuaba siendo el erudito aficionado a las largas veladas de lectura interminables o debates sobre la naturaleza del diablo o del mal, no se equivocaba., Pero David, antes que director de la Talamasca, de caballero inglés, fue un aventurero, un cazador, era el tiempo de hombre terriblemente apasionado, enomorado del peligro en todas sus formas, que encontraba emocionante adentrarse en la selva en busca de un tigre comedor de hombres. Subestimar su naturaleza real, subestimar lo que era capaz de hacer cuando se encontraba acorralado, era un error y él no daría tampoco segundas oportunidades, tenía razones por las cuales sobrevivir aunque no temiera a la muerte.

Estaba ciego, sus ojos se habían fundido dentro de sus cuencas, junto con la sangre oscura que manchaba su rostro, dibujando sobre la epidermis agrietada, simbolos arcanos sin significados, rodaron gotones dorados, semejantes a lágrimas pero el vampiro no podría llorar aunque quisiera, Leviatham le quemó los lagrimales. Pero David contoba con otro sentidos y también contaba con su poderosa mente, aquella mente que llevaba a hacer preguntas del tipo; ¿por qué tiene que ser así? ¿por qué debo resignarme? ¿cómo puedo pararte? Y su mente ahora estaba funcionando con aquellos poderes extrasensoriales de David, percibió la duda, la incertidumbre de Leviatham, se acababa de desconcentrar, algo lo habia sorprendido tanto que bajó todas sus barreras mentales durante unos segundos.

David estiró las manos en cruz, giró las muñecas y los tambores de las armas se abrieron con un chasquilo metálico, los casquillos volaron por el aire en una lluvia de chispas azul eléctrico, iluminando su faz que ahora asemejaba una máscara mortuoria. Las cargó de nuevo, no necesitaba los ojos para eso, era un hábito implantado, gestos mecánicos y autómaticos. Otro tipo de balas y en ese momento, su mente saltó y apresó la de Leviatham. David estaba haciendo uso de su Don. La posesión solo duraría unos segundos, pero era todo lo que necesitaba. Era como sumergirse en ácido, dolía, dolía, dolía tanto, parecía que se iba romper en fragmentos pero lo controló.

Leviatham alzó uno de sus brazos y David le ordenó disparar aquella fantástica hacia el techo de la instalación y hacia las paredes, a los pilares principales de la construcción, todo comenzó a temblar, Leviatham era poderoso. El vampiro disparó, soltando su mente y las balas salieron proyectadas, eran extrañas, vibraban, no estaban hechas para dañar los cuerpos sino otro sentido. Las balas impactaron, eran pequeña minibombas sónicas. Y el sonido que desataron directamente hacia estallar tímpanos, alteraba el flujo de la sangre y paraba corazones, y los demonios, más sensibles con sus sentidos desarrollados, era más vulnerables. Las ondas de sonido golpearon en todas direcciones, atacando las mismas molésculas de todo el efidicio y a todos los que estaban en ella.

David se movió, sus oidos sangraban, estaba sordo y ciego, ahora dependía de su mente. Cargó de nuevo y disparó otra vez, balas con veneno, hacia Leviatham, sabía que era vulnerable al veneno, lo comprobo en la ciudad, contra las arañas, su regeneración se resentía por ello. El techo comenzó a caerse a pedazos, uno de ellos golpeó el hombro de David, arrancándole un quejido de dolor.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 19, 2012 5:24 am

Mi magnífica construcción podía verse afectada, pero no hundida como un local común. Era mi poder sobrenatural al crear aquellos muros de fuerte hormigón, cada viga tenía una aleación novedosa que varios demonios me habían mostrado a cambio de ofrecerles parte de la materia oscura que poseía. La puerta principal tembló, como si fuera una chapa metálica. Sonó como si fuera diluviara, un trueno ensordecedor, unido al sonido de aquellas balas. Jamás había visto un arma que poseyera tantas balas, como si no tuviera fin. Sin embargo, cada una tenía un sonido en el revolver. Podía escuchar como se disparaban antes de emitir ruido contra el aire.

Me moví rápidamente quedando entre ambos, protegiendo a Leviathan con mi propio cuerpo. No era la primera vez que mostraba lealtad hacia un hermano. En el campo de batalla yo era el más honorable de los guerreros, mostraba mi elegancia y mi buen hacer. Era un coloso engreído y pueril, en ocasiones, pero sin duda un guerrero hecho con las viejas normas de la batalla. Jamás dejaría que dañaran en exceso a un compañero, menos si esos compañeros eran hermanos como él.

Giré mi cuerpo con un gruñido ensordecedor. A mí no me afectaba el veneno, pues ni siquiera el de la propia sangre de Red me había afectado. Hice aparecer mi espada entre mis dedos, pesada y fuerte, la cual alcé contra él marcando su torso desde el hombro hasta la cadera. Las balas quemaban mi carne, era como si fuera magma, sin embargo lo toleraba. El dolor no importaba, importaba continuar luchando.

-Bienvenido al infierno, él te buscará allá donde estés.

La voz que sonó retumbó tanto en los muros que comenzaron a caer. Fue una voz proveniente de los mismos infiernos, inclusive quebró el suelo. Fueron palabras en la lengua de los demonios. Lo había condenado a una tortura mayor que la muerte. Esa parte cruel y desalmada aparecería, lo doblegaría, o al menos eso esperaba. La marca de su rostro no sería lo único que recordaría. Las más terribles pesadillas lo hundirían como un barco de papel en medio del océano. No habría día o noche que no sintiera el sonido del infierno zumbar en sus pabellones auditivos.

Tomé a Leviathan entre mis brazos una vez más, impulsándome entre los cascotes. Mis alas de ángel aparecieron. Hacía siglos que no mostraba aquella negrura emplumada. Poseían un aura densa entorno a cada pluma. Mis ojos verdes eran prácticamente lima. Mi espalda seguía dolorida, no podía concentrarme en curar mis heridas debido a lo alterado que había quedado.

Desde lo alto vi como el edificio caía sobre aquel ser ciego y sordo. Esperaba que las fracturas que poseyera terminaran matándolo, pese a que mi venganza se fraguaba contra su espíritu. De un modo u otro se vería conectado al infierno y acabaría en él. Un caza demonios en medio del infierno, una diversión demasiado deliciosa. Sería como ver a Miguel, el arcángel, rodeado de llamas y gritos de horror. Mis alas movían el aire, poderosas alas de un ángel guardián de las puertas celestiales.

-No podemos matarlo, es más divertido jugar eternamente con él al gato y al ratón.

Murmuré cerca del oído de Leviathan antes de reír a carcajadas esperando que el polvo se disipara, quería ver que había quedado de él.
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Mensaje por Invitado Lun Mar 19, 2012 7:39 am

Aquella explosión sonica fue inesperada y abrumadora para los ya de por si bastante afectados sentidos del demonio, Talbot se había deslizado en su mente culebreando dentro de su cabeza como un rastrero reptil, apenas un instante, un momento extremadamente breve y que aun así resultaba en la mayor transgresión que le hubiesen podido infligir.

Incrédulo, aturdido y asqueado, el demonio no tubo la rapidez de reacción para protegerse del siguiente ataque, fue Caim quien se interpuso entre aquellas balas y el. El terrible guerrero infernal rugió sacudiendo la estructura ya afectada por los disparos de poder que David forzó a Leviathan a realizar, golpeando incluso a su hermano con la desmedida potencia de su voz surgida de la rabia.

Algo en su interior se contrajo, la misma presencia obscura que sintió antes, estaba allí de nuevo, participe de su propia agonía, compartiendo su rabia y sus deseos de sangre… Sangre… Procuro centrar su mente, regresar a la lucha, pero ya era tarde para eso, Caim lo tomo en sus brazos y se elevaron esquivando trozos de concreto y metal.

Los oídos del rubio aun zumbaban enloquecedoramente, pero la voz ajena penetraba directamente en su mente, no estaba conforme con aquella lucha, su venganza se había deslizado entre sus dedos y en lugar de satisfacciones solo había conseguido una horrible bofetada a su orgullo, pero no tenía caso protestar, no aceptaría el pago de esa nueva ofensa si venia de las manos de otro… David viviría, si lograba salir de esos escombros, claro. Viviría para que pudiese encontrarlo una vez más y saldar ese cúmulo cada vez mayor de ofensas.

- La próxima vez… será la ultima – se propuso Leviathan.
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Mensaje por David Talbot Lun Mar 19, 2012 8:47 am

(Cierro el tema con este post, entonces)

David sonrió, mientras todo se venía encima de él, el suelo se agrietaba, el techo se hundía, varios cascotes golpearon su cuerpo, haciéndolo caer de rodillas como si estuviera haciendo penitencia, confesando sus pecados que sabía que eran muchos aunque no tenía miedo de la muerte si este lo reclamba aquella noche. Estaba tan debilitado que no podía mover, el dolor resonaba por todo su cuerpo y sus ojos cerrados no dejaban de sangrar, por unos instantes recordó a la vieja Maharet, ciega, que arrancaba los ojos a sus presas para usarlos durante un tiempo hasta que se pudrían. Pero en el caso de la anciana vampira, fue porque los perdió antes de recibir el Don oscuro, él regenería los suyos, sí, lo haría, si es que acaso lograba sobrevivir. Enfundó las pistolas, no quería perderlas en lo que se avecinaba.

Comenzaba a recuperar el oído, poco a poco solo para escuchar como si lo hiciera desde lejos el rugido del mar. Caim derribó el muelle entero donde se asentaba todo el enorme recinto. Un gran remolino se comenzó a formar, en las aguas de todos los muellas, balanceando lso barcos de un lado a otro, locamente, algunos rompieron las amarras y fueron absorvidos por la gran fuerza desatada. El mar abrió sus grandes fauces, azules y verdes y engulló todo. David sintió que su cuerpo era absorvido, sumergido y la oscuridad se cerrón en torno a él, unas mandíbulas que lo apresaron.

Su cuerpo fue zarandeado y tragó agua,salada que le quemó la gargante y los ojos vacíos. Notó el frío que congelaba todo su cuerpo y se sumió en la inconsciencia. Su cuerpo se fue hundiendo, hasta reposara en el fondo marino, inerte, sin señales de vida. Sumido en aquel estado catátonico en los cuales los vampiros entraban cuando si existencia estaba siendo puesta al límite, cuando todos sus recursos físicos quedaban tan mermados que el Don oscuro protegía la existencia aun que contra de la misma voluntad del vampiro.

El cuerpo de David quedó entre las algas, con los cabellos bailando en torno a su rostro y los ojos cerrados, sus ropas aleteando entre las corrientes, ni vivo ni muerto, justo en la frontera de ambos mundo donde solo su voluntad tendría la última palabra.

(TEMA CERRADO)
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