Un anochecer mas. {Catalina}

Y su búsqueda en Vollkommen habia sido infructuosa, después de aquel extraño encuentro con el raro licantropo suicida, había salido de la ciudad, sin muchas ganas de permanecer cerca, ademas de que le habían informado que Siegfried no estaba ahí, que probablemente estaba en Los Angeles por negocios y esa era la razón principal que le había llevado a pisar aquellas tierras, ademas de la curiosidad, sabia que aquel lugar estaba lleno de humanos, de las pocas "colonias" de humanos supervivientes a tantas guerras.

En ese mismo instante, se encontraba andando descuidadamente por la playa, admirando el paisaje de una reciente puesta de sol que aun no terminaba, agradeciendo a sus siglos de existencia, ya que el sol a esas horas diurnas casi no le afectaba, y que pudiera admirar los últimos instantes del atardecer.

Se encontraba sola en la ciudad ya que su esposo e hijo no se encontraban en la ciudad, ella los cuidaba a todas horas pero esta vez decidió quedarse en la ciudad. Andaba divirtiéndose por todos lado asustando a la gente que andaba por la calle, a otras en sus casa entrando en ella dejándolos asustados. Era divertido para ella aunque a veces se asustaba de ella misma. Cuando se canso de divertirse decidió irse a otra parte, se fue a la playa.
Al ser fantasma ella en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba en ese lugar que tanto le gusta, era como la brisa del mar dejando su aroma a rosas como le gusta que la recuerden los vivos. Al principio prefirió seguir como un plasma cósmico dejando su estela al pasar por el lugar pero luego de transcurrir un tiempo, toco la arena para sentirla en los pies. Comenzó a caminar por la orilla dejando que el agua tocara sus pies pero está no la sentía en realidad el agua pasaba normalmente.
Su cabello dorado resplandecía con la poca luz que quedaba y su túnica blanca la hacía etérea. Siguió caminando hasta que se detuvo a observar como el sol se terminaba de ocultar para luego ver la noche con la luna iluminando el mar con su luz brillante siempre que podía le gustaba ver la luna.

Se había quedado de pie observando esos bonitos últimos rayos solares y los espectros de luz que dejaba, el cielo teñido de naranja y purpura. 
Quizás era la única forma en que podía dejar de fumar por un instante, era estando apreciando esos espectáculos naturales.

Cerro los ojos, dejadose llevar por la calma que le brindaba ese instante, y el toque del viento fresco y tibio de aquella playa, dejándose envolver, hasta que un aroma distinto llego a el. Rosas frescas.

Abrió los ojos buscando de alguna forma, encontrar a el ser que emanaba aquella esencia, sin encontrar mucho, ningún humano o inmortal cercano al lugar.