Now, it lives [Libre]

Anastasia había llegado allí después de semanas vagando por otros lugares. Se había topado con aquel lugar por pura suerte, y la verdad es que le venía de perlas, porque estaba cansada a más no poder. Se paró entre unas ruinas y se sentó allí, tranquila, pues en esos lugares era donde Anastasia se podía relajar, ya que no solía haber nadie cerca. Se apoyó contra un muro medio destruido y cerró los ojos. Ese día estaba nublado y había brisa, y a ella le encantaba sentir la suave caricia en su rostro y moviendo su cabello, con el olor como si fuese a llover en cualquier momento. Ella prefería los días de sol, pero no despreciaba una tarde de tranquilidad y sombras.

Dejó que su olfato se guiase por la brisa, buscando un olor en especial. Le habían dicho que por allí podían haber más como ella, pero Anastasia no estaba segura. Y por la brisa no olía a ningún otro licántropo por aquella zona. Suspiró decaída aún con los ojos cerrados, negándose a abandonar lo que tantos años le había costado, y heridas. Buscaría unos días más, sino, iría a otro sitio. Pero no se daría por vencida, estaba harta de esa soledad que ella misma se puso, quería vivir, conocer gente y no esconderse.

Se estiró como un gato contra la pared, alzando los brazos para arriba y arqueando su cuerpo hacia delante. Luego se acomodó contra la pared, todavía con los ojos cerrados y acurrucándose. Se relajó un poco más, solo un poco, o eso pensó, pero cuando se dio cuenta estaba medio dormida.